martes, 19 de mayo de 2020

Cuidando una salamandra, por Mario Sánchez Caro

Las salamandras son pequeños anfibios, de cuerpo con fondo negro y manchas variadas amarillas muy intensas que pueden llegar a cubrir casi todo su cuerpo.
Se alimentan de insectos, como libélulas y larvas de aquellos, babosas, gusanos, ciempiés, arácnidos como cualquier tipo de araña y de huevos de invertebrados. Tras la puesta se alimentan durante una semana de los huevos de donde salieron hasta que estén lo suficientemente desarrolladas para acompañar a la madre a cazar.
La salamandra es una especie ovovivípara (el organismo pone huevos, pero estos permanecen dentro del cuerpo de la hembra hasta que el embrión está completamente desarrollado). Éstas ponen los huevos en el agua. Los partos tienen lugar a partir del otoño y hasta finales de la primavera dependiendo de la geografía y el clima. Las larvas tardan entre 2 y 6 meses en desarrollarse.
Es un animal de hábitos nocturnos, aunque puede verse activa de día si la humedad relativa es alta, en días lluviosos o neblinosos, y cuando la temperatura es fresca pero superior a los 3 ºC. Por el día se refugia bajo la hojarasca, troncos de árboles caídos o bajo piedras. Las larvas se encuentran en arroyos y fuentes de aguas limpias y en ocasiones en aguas ferruginosas.
Así que si quieres tener una salamandra de mascota debes: vivir en un lugar húmedo, tener algo parecido a una pecera para que puedan poner huevos o para que vivan allí un tiempo si es muy joven o recién nacida, y comprar o coger muchos insectos, arácnidos o huevos de invertebrados para que pueda alimentarse.

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